viernes, 9 de agosto de 2013

3 Un clavo saca a otro clavo

MARITA FUE ALUMNA DE DANIEL y, con sus hermosos 28 años, había logrado metas importantes. Llegaba en un auto nuevo y con una pinta de ejecutiva, con tarjetas, iphone y maquillaje caro. Se gradúo hace 5 años y estaba totalmente cambiada, aunque su cabello igual: bello, largo, lacio y sin necesidad de nada más.
Cuando vio al profesor no hizo más que abrazarlo fuertemente, apretando sus fuertes y poderosos pechos contra el pecho del profesor:

-          ¿Cómo está profe? ¿Qué cambiado está? Lo felicito… Está power… -Daniel rió.
Cuando era su profesor pesaba casi el doble y con una severa dieta ejercicios y pena autoimpuesta, había bajado 30 kilogramos de su abultado cuerpo. Tuvo que cambiar de ropa. Mandó al sastre sus ternos casi nuevos y otros, simplemente los desechó. Con las camisas no resultó igual, pues el cuello 44, quedaban bastante cómicos en su nuevo cuello talla 34 que lucía en la actualidad…

-          Sí… Creo que no me ha ido mal…. Pero tampoco bien. – Y de pronto, como cachetazo-: ¿Qué fue de Oscar?

-          Ya fue, profe…
Marita tuvo un novio bastante mayor que ella. Uno 10 años quizás. Entró con el programa de postulantes mayores de treinta, motivado por Marita que acababa de cumplir 18. Ambos iban a las clases muy puntuales. La edad y la experiencia de Oscar, lo hacía sobresaliente en las clases. La traía todos los días y la llevaba a casa también. Ambos estaban muy actualizados en libros, y los trabajos eran más que superiores, pues Oscar también poseía una carrea técnica anterior a la de Administración, por lo que era muy exhaustivo e incluso por encima de lo normal a lo que a redacción e investigación se refería.

-          Terminamos al salir de la universidad. Él quería casarse pero yo no estaba lista.
Luego le contó que renunció a su trabajo y se fue a España y terminó en los Estados Unidos, trabajando como mecánico, pues siempre estudió todo lo que tenía a su alcance. Marita en cambio, entró a trabajar a un banco y se especializó en temas financieros. Pronto se compró un departamento en la Molina y estaba súper bien.

-          ¿Y tienes novio?

-          Plural, profe…
No me gusta eso. Pero Marita intercedió al instante.

-          Necesito a mi lado alguien que sea más que yo, superior diría. Alguien que gane más que yo. Eso molestó a Oscar. Yo amoblé nuestro depa y él nunca dijo nada. Se acostumbró a eso.
“Renunciar al machismo, la hizo machista a ella”, pensó Daniel. Marita continuó:

-          Yo lo amaba, pero nuestros caminos eran otros… Ahora vivo buscando… -Dijo risueña.
 Cada momento sonaba el celular de Marita:

-          Esta noche, en el Starbuck… Y ¿de ahí?, jajajaja…. Hola, estoy ocupada para hoy, pero mañana, en ¿Señorio de Sulco? Tas misio o rebotó tu tarjeta, jajaja…
Daniel la miraba atentamente… Marita seguía haciendo agenda.

-          Solo vine a ver los costos de la maestría, pero pienso hacerlo en una universidad europea. Necesito Level…

-          Sí, entiendo… -Daniel muy punzante: ¿No estás enamorada?
Marita explicó que después de 30. Que falta mucho –vanidad femenina-, que la vida estaba para gozarla y no para sufrir por nadie.

-          ¿Nunca estuviste enamorada de Oscar?

-          Por supuesto que sí, a muerte, hice todo por él… No respondió. Sufrí mucho, ¿sabe? Pero aprendí: un clavo saca a otro clavo… ja ja. Nos vemos profe… Ah, y cambie de auto qué está con roche…

En cierto sentido tiene razón. No sé si está bien o está mal. ¿Yuppie? ¿Plástica? El amor cuando te llega pronto, luego termina por ser desestimado y lastimamos sin pensar. Dedicamos tiempo a justificar el daño que hemos hecho al otro. Total, eso no importa, porque el que estará hasta el final con nosotros, somos nosotros mismos. Es bueno acostumbrar a eso: “Vivir la vida y no dejar que la vida te viva”, misma Susy Diaz, la vedette excongresista, filósofa de barrio.
 
-          ¿Será cierto eso? ¿Tan simple, tan directo y tan efectivo también? – pensó Daniel


Y sin quererlo, la imagen de Oscar vino a su mente como un viento frío.

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