viernes, 9 de agosto de 2013

2 Si te sientes mal: ¡Párate!

QUEDARON EN EL “POLLO LOCO”, el restaurante que estaba frente a la universidad, a las 4 de la tarde. A esa hora, ya no habría gente y estarían limpiando y arreglando el restaurante para el almuerzo del día siguiente, y por lo tanto, no habría nadie. Gloria llegó puntual, y con un acto de cansancio, derrotada por el sueño ausente, con ganas de querer dormir sin poder, se sentó y dijo.

-          Hola profe… ya sabe…
      -          ¿Ya sé qué…?

Daniel estaba ante un espejo. Todos pasamos lo mismo, pero esta vez, estaba él del otro lado. Así que en tono enérgico, le dijo:
-          ¿No hay quién te “apapache"?

-          Es que me siento mal…

-          A ver, párate… -dijo Daniel parándose también.
Revisó la silla, miró que no tenía nada. Llamó a Jackie, la dueña del local y le pidió que le pasara un trapo a la silla y luego le dijo: «No hay nada como para que te sientes mal en esa silla… Si te molesta, párate.»

-          No es gracioso profesor… -habló Gloria con voz decepcionada e incrédula.

-          No pretendí ser gracioso…
Daniel vio el rostro demacrado de Gloria y recordó las veces que él mismo, en su adolescencia y a sus cincuenta años, se sintió así. Volvió a recordar también que estar así a nadie le importa, salvo a uno mismo. Cuando le dijo que si quería que la «apapachen»,  trataba de indicarle que si quería un hombro donde llorar, o alguien a quién contar sus problemas, debía saber una cuantas cosas antes

-          Cuéntame tu penas que yo te cuento las mías. Empieza tú y después sigo yo… -Absurdo, ¿no crees?
El problema con las penas de amor es que queremos llamar la atención como si fuera lo más importante para los demás. De seguro es importante, pero solo para nosotros. De ahí que realmente a nadie le interesa. Todos hemos pasado por eso, y lo que hemos escuchado siempre, es lo más acertado: «esto también pasará». Aunque realmente no pase, esté ahí, mucho tiempo, a veces, toda la vida. «Tendremos que vivir con eso sin sacarlo del bolcillo», pensó Daniel suspirando.

-          ¿Estás triste? ¿Sabes que deberás vivir con eso?

-          Quiero desaparecer… Me hice de tantos planes: matrimonio, mi casa, los viajes… Todo estaba en mis planes…
Quizás la moda de escribir planes de vida no parte de tratar de incluir a nadie en él, porque cada uno tiene sus propios planes. Quizás fracasamos haciendo planes cuando tratamos de incluir a alguien más, que ni si quiera estaba enterado.

-          Tiene razón profe, pero me la creí…. Lo vi, vi mi futuro… Y ahora no hay nada.
«No hay nada ni nadie, porque está en tu futuro. Puedes desperdiciar tu futuro, dejando de hacer algo ahora. Empezando con desechar que tu vida, tu corazón y tus planes, le interesan a alguien», dijo Daniel entre otras cosas.

-          Usted es muy duro, profesor. ¿No es bueno hacerse de un futuro con su pareja, el padre de tus hijos…?
Todo eso está por existir; pero aún no existe. Si lo tuvieras claro antes de cualquier ruptura, ya lo hubieras previsto. Sabrías qué te conviene y qué no. De alguna forma, encuentras ante una trampa, también una salida. Cuando haces planes incluyendo a alguien, asegúrate que lo crea también.
«Y si no lo hace suyos, si no son también de él, que lo respete…», habló en medio de la entrada de ceviche con camote morado.

Luego, Daniel increpó a gloria, porque cada vez que pelaba con su enamorado, dejaba de ir al trabajo. Luego, pedía que le justificara la falta, recuperando el día un sábado. «El hecho de que faltes a tu trabajo, que dejes de hacer lo que debes, es un problema grave, principalmente, porque degrada tu mente, entorpece tu vida, retrasa el cumplimiento de tus objetivos, y te hace perder un día o dos, quizás más, y eso es lo grave del asunto.

-          Pero es que me siento mal.

-          ¿Llamo a Jackie otra vez?

 

ESTABA PASANDO LA HORA, pero era necesario cerrar este capítulo, tal como si fuera su propio capítulo. Algo que estaba ahí, que de alguna forma el profesor se liberaba también. De pronto, continuó pensando y hablando, hablando y dejando de pensar a veces, y luego retomándolo todo:
“Una de las formas más adecuadas de enfrentar este problema, es ocupar tu mente. Haz algo en donde enfocar tu atención. Más tarde te sentirás mal otra vez. ¡Qué importa! La mente es muy instintiva: cuando siente que algo le hace mal, y algo le hace bien, busca lo que le hace bien y desecha lo que le hace mal. Enfócate en tu trabajo y en tus estudios. Eso es la realidad, tus planes de vida están en la ficción aún. Tu trabajo, tus estudios, son parte de tu plan. Si los dejas cometes el acto innoble de un viejo odontólogo…”

-          ¿Odontólogo?
Sí, que te saca la muela y no intenta curarla. Simplemente la extrae. ¿Si tienes un dedo infectado, es lógico que te lo mutiles?  Por supuesto que no. De la misma forma, ¿si tienes un dolor en el alma, te vas a mutilar la vida? Tendrás que vivir con ello el resto de tu existencia. Pero, al entrenarte en eso, de hace más inteligente, sobre todo, para escoger pareja.

-          No entiendo nada… Disculpe.
Que sentir una decepción, es doloroso… No es tan fácil sacarlo. Nadie lo hará por ti, te lo aseguro. Sin embargo, lo tiene que hacer, lo más pronto posible. Eso que siente ahora, es como esta llave.

-          La de su vocho…

-          Sí la de mi vocho, mi “nemo”.
Toma esa llave. Trata de imaginar que es lo que siente ahora: tristeza, ganas de llorar, ganas de que alguien te controle o porque alguien dejó de ser controlado por ti. Imagina que está ahí, dentro de tu mano. Ahora, tíralo…

-          ¿A dónde?

-          ¡Solo tíralo!
La llave terminó fuera del restaurante, casi en medio de la pista.

-          No te dije tan lejos…
Pero bueno, lo decidiste tú. Yo lo sugerí y tú controlaste el cómo: tú lo decidiste, así de fácil. Siéntelo todo porque eso nos hace personas vivas. Pero, lo que nos hace sentir inteligentes y productivos, es decidir cuándo queremos tener y poseer ese sentimiento y cuándo echarlo de nuestro lado…

-          Ya entiendo, la llavecita… ¿Puede ser mi pelotita anti estrés?

-          Lo que sea, pero bótalo y recógelo cuando te dé la gana –no cuando a ese sentimiento le dé la gana-, solo cerciórate a qué hora lo haces.

-          ¿Por qué?

-          Porque puede entorpecer tu trabajo, tus estudios, tus amistades, tu vida entera.
A ver, ¿qué pensaría tu enemiga más encarnizada de lo que estás pasando ahora? Es casi seguro que seguiría cada paso que das en tu face: “Ah, por creída, por creerse bella… La chotearon…”

-          No, profe, no sea malo…
Pero esa es la realidad, pues. O que crees, que va a venir a decirte: “pobrecita, mira cómo sufre.” Lo que en realidad estás haciendo es molestar a todo el barrio, Gloria, arruinando el día a unos, y pudriéndole la mente a los que te desean mal, haciéndolos más malos aún.

Con tu actitud a mí me dejaste un día sin cubrir el puesto; a tus padres, un día de no ir al trabajo, minutos de teléfono llamando para saber cómo estás. Si no te importa las emociones de los demás, los sentimientos de los demás, descubre que con tu actitud, generas costos que no estaba previstos… Si alguien fue malo contigo, tú lo estás siendo igual con la gente que te aprecia y estima. Y estás cometiendo un grave error: no ha sido malo contigo si en tanto tú no eres mala contigo misma, ¿entiendes?

-          No me había dado cuenta de eso; ahora me doy…
Bueno, si no entras en razón, entras por emoción. Y si ambos fallan, será por tu bolsillo. Por eso, a más sufrimiento y depresión, la gente se quita, se va… Comienzas a costar demasiado…

-            ¿Quieres eso?

-            No…

-            Entonces, ¿qué vas a hacer ahora?

-            Pararme, profesor.

-            Hazlo pronto,... La emoción de pena jamás podrá reemplazar el sentimiento de sentirte libre, feliz, avanzando, conquistando, aprendiendo, llenándote la vida de cosas más importantes que estar llorando por alguien… cuando hay miles de otros que te desean, que quisieran estar a tu lado… en este momento, en algún lugar. ¡Búscalo! Y mientras tanto, haz tu vida, constrúyela, para que nadie la venga a tirar a la basura…

-            Sí profe…

-          El amor es como un libro: va de capitulo en capitulo. No tiene final, salvo cuando dejas de existir…. Por lo tanto, si te dejaron de amar, habrá otro que si lo haga… de la manera que quieres, cuando quieres y de la forma exacta a cómo lo mereces. Valiosa es la que se hace respetar… Por eso el oro no se oxida: se pule solo.           

El profesor se adelantó y dijo:

-          No hay de qué…

-          No dije «gracias»…

-          Pero lo vas a decir… algún día.

-          Ja ja…


Daniel pagó los cafés y se retiró, tratando de creer en lo que había dicho. Al enseñarlo, al decirlo, a ver que causaban efectos en otros, trataba también él de ser positivo. Quizás entendía eso de que el que «… cuando más se enseña algo, más aprende uno mismo». Y si no has aprendido la lección, entonces trata de enseñarlo a alguien más. Daniel tenía que creer, sentir que lo que decía, era lo correcto… “Ser positivo no es ver con los ojos sino con la visión”, se decía Daniel, aunque cerrara los ojos y no podía ver nada… aún.

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